Normalizada la vida política después de las guerras interiores, y con el gobierno en manos de liberales, el país entra con gran pujanza en el nuevo siglo y la literatura se hace cosmopolita. El poeta, narrador y ensayista Leopoldo Lugones es la figura que representa este puente entre dos épocas. Influido por la poesía del nicaragüense Rubén Darío, escribió poemarios de elaborada retórica, cuentos y combativos ensayos. De su anarquismo inicial derivó hacia el nacionalismo autoritario, apoyó el primer golpe de Estado en el país (1930) y se suicidó en una posada en el delta del río Paraná.
A la poesía suntuosa de Lugones, sigue la "sencillista", de poetas como Baldomero Fernández Moreno y Evaristo Carriego. En los años veinte, aparece la vanguardia. Su hoja de divulgación se llamaría, significativamente, "Martín Fierro", para algunos, un gesto snob, para otros, la expresión del matiz criollista que quería subrayar el movimiento innovador. En ese periódico escribe Jorge Luis Borges, quien con el tiempo sería el más conocido fuera de las fronteras del país, y otros poetas clave, como Raúl González Tuñón y Oliverio Girondo. Simultáneamente, aparece un grupo de poetas y narradores "sociales", influidos por la literatura rusa, entre los que destaca Roberto Arlt, cuya poderosa imaginación excede el modelo. Ricardo Güiraldes publica su "Don Segundo Sombra", novela rural que a diferencia de "Martín Fierro" no reivindica socialmente al gaucho, sino que lo evoca como personaje legendario, en un tono elegíaco. En la provincia de Entre Ríos, a la orilla del río Paraná, el poeta Juan Laurentino Ortiz inicia una obra solitaria, de intensa relación con el paisaje fluvial, pero también con sus humildes habitantes.
En la década de los años cuarenta, se afirma la figura de Borges, a la vez que es cuestionada por su presunto "cosmopolitismo". Ernesto Sábato publica su primera novela, El túnel, elogiada y premiada en Europa. Publican poetas como Olga Orozco y Enrique Molina, influidos por el surrealismo europeo; Alberto Girri, admirador de la poesía anglosajona y Edgar Bayley, cofundador del "concretismo", de mayor gravitación en las artes plásticas que en la literatura.
Julio Cortázar edita sus primeros cuentos en los años cincuenta, el primero de ellos por gestión de Borges, y se autoexilia en París. En esa década y la siguiente, la vanguardia poética se reagrupa en la revista "Poesía Buenos Aires", dirigida por Raúl Gustavo Aguirre. El poeta Juan Gelman aparece como la figura más destacada de una poesía de tono coloquial, políticamente comprometida, que incluye a Juana Bignozzi y Horacio Salas. Destacan también, en poesía, Fernando Guibert, Joaquín Giannuzzi, Leónidas Lamborghini, Alejandra Pizarnik. Publican narradores como Abelardo Castillo, Liliana Heker, Beatriz Guido, Bernardo Kordon, Juan José Manauta, Rodolfo Walsh, Leopoldo Marechal, Adolfo Bioy Casares, de muy distintas ideas estéticas, que recorren una gama de estilos que va desde lo social hasta lo existencial y lo fantástico.
Después de la más sangrienta dictadura militar de la historia local (1976-1983), en la narrativa se discuten nombres como los de Ricardo Piglia, Manuel Puig, Antonio Di Benedetto, César Aira, Juan José Saer, Julio Carreras (h), Antonio Dal Masetto, Ana María Shua, Rodolfo Fogwill, Alicia Steimberg, Luisa Valenzuela, Alberto Laiseca, Osvaldo Soriano, Luisa Futoransky, Jorge Asís, Héctor Tizón, Rodrigo Fresán, Mempo Giardinelli, Alicia Kozameh, Reina Roffé, Cristina Feijóo, Susana Szwarc, Liliana Heker y poetas como Arturo Carrera, Néstor Perlongher, Ricardo Zelarrayán, Susana Thenon, Irene Gruss, Diana Bellessi, Jorge Aulicino, Ruth Mehl, Fabián Casas, Santiago Sylvester, Horacio Castillo, María del Carmen Colombo. Muchos de estos autores habían comenzado su actividad en los años anteriores a la dictadura; otros aparecen en los ochenta y noventa para reanudar la discusión literaria. El tono paródico en algunos de ellos, la ironía, la fantasía, el realismo y la épica, la gravedad o la liviandad, el minimalismo y la lírica intimista y feminista indican las tendencias y tensiones del momento histórico.
En la Argentina, queda todavía una deuda de reconocimiento hacia la Literatura Interior, en la cual se destacan algunos nombres como los de Juan Laurentino Ortiz, Alberto Alba, Juan Bautista Zalazar o Luis Franco. Debido al centralismo de Buenos Aires, establecido en el siglo XIX por gobiernos liberales que dependían ideológicamente de Europa, se ignoró por completo a la cultura y el arte de las provincias. En Córdoba, se destacan los poetas Carlos Garro Aguilar y César Vargas.
lunes, 29 de octubre de 2007
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